Los cielos morados y el aspecto rural de los personajes sitúan esta ficción en un universo casi fantástico nada más empezar. La figura monstruosa que aparece posteriormente confirma esta sensación. Sin embargo, hay algo muy real sobre toda esta situación. La violencia no es distante, amenazas que se oyen cada día, ese odio reconocible más aún después de la polarización que ha causado la crisis de la pandemia. Un odio que lleva a acciones con consecuencias inmediatas.
Una historia que no se aleja tanto de la situación actual.